Diario de un absurdo

No me hablen de caballeros que cortan cabezas para conquistar una princesa. Ni de chulos que compran sus putas con monedas. Eh, no me toquéis los huevos ni vaso vacío ni vaso medio lleno. Que decís de estrellas, joder si no habéis estado en el cielo... no sabéis de batallas si no habéis luchado en su cuerpo. No vistáis de blanco, si vuestro color es el negro. No me hables de placer si nunca te has fumado, acurrucado en su cama, el cigarro de después.

Aún lo recuerdo perfectamente, como si fuese ayer mismo.   El 13 de Septiembre de este año estaba yo en San Diego y cogí el tranvía para volver a casa. En una de las paradas siguientes subió un hombre, un buen negro de los que no quieres encontrarte por la noche en un callejón. Aquel hombre comenzó a hablar. La gente le ignoraba, "Don't listen to him, he's another mad" me dijo el anciano sentado a mi lado. Pero en fin, le escuché. Le escuché con la atención que casi nunca había puesto en nadie. Hablaba sobre Dios, sobre Jesús, ya sabéis, que si se había sacrificado por nosotros, que si era el Salvador, etc.   Entonces me di cuenta de algo: ¿cómo que Dios no existe? ¡Por supuesto que existe! Dios es eso que yo siento al levantarme cada mañana y ver que sigo sobreviviendo. Dios es eso que siento cuando la brisa acaricia mis mejillas, Dios es lo que siento cuando una gota de lluvia se desliza por mi espalda, cuando huelo una flor y pienso "joder, y nos las es

¡Estamos en crisis! O eso dicen... Puede que sea cierto, el mundo occidental se desmorona. Dicen los expertos que el consumo ha caído en picado y, por Dios, eso es muy grave. Ya no compramos un coche cuando no lo necesitamos ,¡y eso es terrible! Le debemos papel y metal a Europa y eso debe de ser una fatalidad... Ya no cobramos mil y pico, cobramos mil - o menos-, y oiga "yo ya no puedo permitirme un buen solomillo". "Perdóneme señor todólogo, en la clase de mi hijo antes eran treinta ¡y ahora son cuarenta!. Menos mal que quejarse es gratis -todavía- porque si no, estaríamos aún peor.   Miren, supongo que ya lo sabrán de sobra y estarán aburridos de tanto oírlo, pero en medio continente de este planeta, en Bangladesh, en India - y una larga lista de etcéteras- hay niños que no cumplen años, cumplen días. Aquí mismo en España, nuestro querido occidente, otros tantos niños lloran cada día la muerte de sus abuelos, hay mujeres que ven como sus hombres se van, jóvenes y