Te escribo porque no tengo nadie a quien escribir. Tengo muchas cosas que contarte y millones de respuestas que preguntarte. Me gustaría decirte que me eres indiferente, pero que te voy a contar, si sabes que no paro de buscarte. Te podría hacer mil canciones y dedicarte más versos pero para qué, si al final vendrás sin llamarte. No necesito catorces de febrero, para decirte que te quiero, ni ramos de flores, ni caricias por la espalda, ni abrazarte cuando llores, ni mejillas sonrojadas. No lo necesito para decirte que quiero, ya sabes que vivo en el filo de la navaja, a dos pasos del abismo, y que aquí te espero para que, si tu quieres, el precipicio sea más llevadero Y ahora dime: ¿por qué una noche, en cuanto me di la vuelta, te fuiste? Al menos podrías haber cerrado la puerta, así no habría pensado que volverías, como tarde al mediodía... No se, ¿por qué no me dijiste adiós? Ya ves como soy, no he tardado en escribirte, no te habría gua